En la época actual, los padres y las madres pasan por largos y agitados días esperando que llegue la noche para que ellos y sus pequeños puedan tener un merecido descanso. Este descanso en los pequeños de la casa, se puede ver interrumpido por parasomnias, la cual, es una conducta durante el sueño que implican movimientos anormales con episodios breves o parciales de despertar, sin que se produzca una interrupción importante del sueño ni una alteración del nivel de vigilia diurno.

Dentro de esta categoría encontramos los terrores nocturnos, durante dichos episodios es habitual que los niños actúen agitadamente, presenten taquicardias, sudoración y gritos. Todo como muestra de la ansiedad que le está produciendo el momento. Pueden mostrar los ojos abiertos, sin embargo, no ven nada a su alrededor y aunque parecen escuchar, por más que se intente despertarlos no se podrá lograr el cometido. Una característica muy peculiar de los terrores nocturnos es que al despertar el niño no recordará nada de lo sucedido.


En investigaciones recogidas en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), la prevalencia de los terrores nocturnos en población infantil es de 1-6%, siendo más frecuente en niños. Normalmente se inicia en niños de edades comprendidas entre 4 y 12 años,
remitiendo espontáneamente durante la adolescencia. Los terrores nocturnos suelen aparecer en las fases 3 y 4 del sueño No REM, normalmente en la primera mitad de la noche.